Actualmente es habitual que haya un exceso de stock de productos en los hospitales para asegurar su disponibilidad en el momento que sean necesarios. Tecnologías como la RFID (identificación por radiofrecuencia) controlan todos los stocks, avisando, por ejemplo, cuando el producto está a punto de caducar o enviando órdenes de reposición automáticas cuando se esté agotando. De esta forma se alcanza un ahorro del 40% del stock.
La implicación del personal sanitario en las tareas administrativas y logísticas restan mucho tiempo a la atención al paciente. Mediante la automatización de dichas tareas se reduce entre un 60% y un 80% el tiempo del personal sanitario en dichas tareas lo que supone una mayor dedicación al paciente. Además, los errores humanos conllevan ciertos riesgos para la seguridad de los pacientes, algo que se evita gracias a la automatización.
Disponer de datos estadísticos de trazabilidad y utilización de los productos cruzándolos con otras variables, como por ejemplo la época del año en la que se usan o durante alertas hospitalarias, ayuda a generar una mejor estrategia de optimización de inventarios. Estos datos también permiten tener un mayor control del coste por paciente, intervención o proceso.
La tecnología en los hospitales también ejerce como elemento de soporte a las tareas diarias del personal sanitario. Los datos demuestran que puede llegar a reducir hasta un 50% el tiempo del personal en tareas no asistenciales o de poco valor añadido, facilitando así una mayor implicación en la atención a los pacientes.
Los sistemas automáticos aumentan también la seguridad del paciente minimizando los errores humanos. De este modo se puede garantizar la seguridad en los tratamientos a los que se somete el paciente en el hospital, así como el estado óptimo de los productos y soluciones utilizados.