«La nueva estrategia terapéutica para la hipofosfatemia ligada al cromosoma X ha demostrado mejorar no solo los niveles de fósforo en sangre, sino también las deformidades óseas con escasos efectos secundarios»

Hablamos con la Dra. Carmen de Lucas, del Servicio de Nefrología Pediátrica del Hospital Infantil Niño Jesús (Madrid), sobre la hipofosfatemia ligada al cromosoma X (XLH), una enfermedad rara que afecta aproximadamente a 1 de cada 20.000 personas y tiene un impacto directo en la calidad de vida de los pacientes pediátricos y adultos en comparación con la población general.

CARMEN DE LUCAS¿Qué es la XLH? ¿Podría ofrecernos datos generales, prevalencia...?

La XLH es la forma hereditaria más común de raquitismo u osteomalacia. Se trata de un trastorno musculoesquelético provocado por mutaciones del gen PHEX, que se caracteriza por el aumento de los niveles del factor de crecimiento fibroblástico 23 (FGF-23), lo cual impide la reabsorción adecuada del fosfato en el túbulo proximal y la apropiada hidroxilación de la vitamina D. Todo esto origina unapérdida renal de fosfato, hipofosfatemia y afectación de la mineralización esquelética.

La XLH es una enfermedad rara que se manifiesta en la infancia y afecta a aproximadamente a 1 de cada 20.000 personas. Los niños con XLH normalmente sufren deformidades esqueléticas, entre las cuales la más común es el arqueamiento de las piernas cuando empiezan a caminar. También pueden presentar anomalías en los huesos craneales, retraso motor, talla baja, debilidad muscular y dolor óseo y articular.

¿Qué importancia tiene la carga genética en esta enfermedad?

En la mayoría de los casos, la XLH se hereda según un patrón dominante ligado al cromosoma X. Esto significa que el gen responsable de la enfermedad está localizado en el cromosoma X, y tener solo una copia mutada de este gen es suficiente para causar la enfermedad, tanto en mujeres como en hombres. Así, una mujer con XLH tiene el 50% de posibilidades de transmitírselo a cada uno de sus hijos. Sin embargo, un varón con XLH se lo transmitirá a todas sus hijas, pero no a sus hijos. En muchos casos (en torno al 20-30%), la XLH puede aparecer en individuos sin antecedentes familiares de la enfermedad. Esto se debe a una nueva mutación de novo en el gen responsable.

¿Por qué es importante el diagnóstico temprano de los pacientes con XLH?

El diagnóstico precoz es fundamental en cualquier patología. Es prioritario en las que se inician en la edad pediátrica, como es este caso, porque al tratarse de una enfermedad que afecta a los huesos en pleno crecimiento, poder tratarla precozmente minimiza la afectación y las secuelas que produce a medio y largo plazo. Por ello es importante estar alerta en niños con signos de raquitismo, problemas de crecimiento y/o niveles de fosfato en sangre inferiores al rango de referencia para su edad, y también en adultos con deformidades de las piernas, signos de osteomalacia (con seudofracturas y/u osteoartritis precoz) o niveles bajos de fosfato en la sangre, ya que también hay pacientes con esta enfermedad que son diagnosticados en la edad adulta y no durante la niñez.

¿Cómo impacta esta enfermedad en la calidad de vida de los pacientes? ¿Podría explicar las complicaciones derivadas de esta patología?

Al producirse un crecimiento anómalo de los huesos, con especial afectación de las extremidades inferiores, con arqueamiento por el raquitismo, esta patología da lugar a dificultades motoras. El niño puede verse limitado para realizar determinados tipos de deporte o, incluso, para andar o correr. Muchos niños presentan dolores musculares. También asocian una talla baja, que les puede limitar algunas actividades y afectar psicológicamente. Asimismo, también se han descrito alteraciones dentales o neuroquirúrgicas.

Todas estas manifestaciones tienen un impacto directo en la calidad de vida de los pacientes pediátricos y adultos en comparación con la población general, ya que muchas de las actividades diarias, como realizar deporte, ir a trabajar, el autocuidado o, incluso, el descanso nocturno, pueden suponer un reto para ellos.

En concreto, el 62% de los pacientes pediátricos con XLH presenta dificultades de movilidad (leves, moderadas o severas). Estos niños muestran problemas para lavarse o vestirse, y 1 de cada 3 tiene dificultades para llevar a cabo actividades del día a día. El dolor es otro factor que merma su calidad de vida (un 62% experimenta un dolor moderado). Todo ello conduce, en 1 de cada 4 pacientes pediátricos, a episodios de ansiedad y depresión.

¿Qué costes tiene esta patología para el sistema sanitario y los pacientes?

La XLH se asocia directa e indirectamente con costes sobre el sistema sanitario, la sociedad y los propios pacientes. La naturaleza crónica y progresiva de la enfermedad conlleva interacciones frecuentes con el sistema sanitario y, por tanto, un consumo de los recursos sanitarios. Por un lado, los costes directos incluyen el tratamiento médico, el apoyo de la movilidad y el cuidado dental. Y los costes indirectos están relacionados con el impacto que la XLH puede tener sobre el desarrollo educativo/profesional de cada paciente y el impacto en su familia.

¿Qué se espera de las innovaciones terapéuticas para tratar la XLH frente a la terapia convencional que se está utilizando actualmente?

El tratamiento que se administra a estos pacientes de manera convencional a base de fosfato y vitamina D mejora de forma parcial los niveles en sangre, y en muchos pacientes no se consigue corregir totalmente el raquitismo. Además, requiere múltiples dosis al día y puede producir efectos secundarios, como diarrea o dolor abdominal. También es destacable que la talla baja es muy difícil de mejorar con la terapia convencional.

La nueva estrategia terapéutica ha demostrado mejorar no solo los niveles de fósforo en sangre, sino también las deformidades óseas con escasos efectos secundarios. Esto significa una mejora no solo de la salud sino también de la calidad de vida de estos pacientes.

¿Podría hablarnos de estas nuevas terapias más en detalle, como burosumab?

Burosumab es el primer tratamiento biológico dirigido a la fisiopatología de esta enfermedad. Los niveles elevados del FGF-23 son los que inciden en el riñón, impidiendo la reabsorción del fósforo y reduciendo los niveles de fosfato en sangre. Sin suficiente fosfato, los huesos no mineralizan bien ni pueden crecer adecuadamente, y los músculos no pueden funcionar como lo harían normalmente. Burosumab bloquea la actividad del FGF-23; esto ayuda a normalizar la cantidad de fosfato en el organismo, restaurando los niveles de fosfato en la sangre y mejorando los síntomas de la XLH.

La eficacia y la seguridad de burosumab en pacientes pediátricos con XLH se han evaluado en un programa de desarrollo clínico global, compuesto por ensayos clínicos en fase II y III, que mostraron que el tratamiento logró aumentar y mantener los niveles de fosfato sérico. También mostraron que burosumab ayudó a corregir anormalidades en los huesos de las piernas y a mejorar el crecimientoy la movilidad en niños con XLH.

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