El tratamiento inmunosupresor de los pacientes trasplantados supone un reto constante en la búsqueda del equilibrio entre la tolerancia del injerto y la aparición de efectos adversos secundarios a la inmunosupresión. Algunos autores han sugerido que los inhibidores de la calcineurina tienen propiedades oncogénicas, y los niveles de inmunosupresión son el principal factor que hace aumentar el riesgo de aparición de tumores cutáneos. Por el contrario, hay estudios que sugieren que los inhibidores de mTOR ejercen efectos antineoplásicos, presentando una acción preventiva en la carcinogénesis cutánea, así como propiedades antitumorales tras la aparición de tumores malignos cutáneos.
Actualmente, la inmunoterapia ofrece nuevas alternativas en el tratamiento de los melanomas avanzados; sin embargo, por su mecanismo de acción, puede suponer un riesgo para la viabilidad del injerto. Al mismo tiempo, su eficacia puede verse comprometida por la inmunosupresión de base del paciente. Así pues, el abordaje oncológico en este grupo de pacientes es complejo ya que, al haber sido excluidos de los ensayos clínicos, las decisiones deben tomarse en función de la experiencia publicada en series de casos.
En el presente artículo se expone el abordaje farmacoterapéutico –oncológico e inmunosupresor– de una paciente trasplantada bipulmonar tras el desarrollo de un melanoma maligno al año y medio del trasplante. La paciente recibió tratamiento con nivolumab como última línea tras no haber respondido a cobimetinib + trametinib.
Palabras clave: Trasplante, inmunosupresión, inmunoterapia.