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En primera línea frente al dolor

España registra unas tasas muy altas de prevalencia de dolor crónico, ya que 4,5 millones de españoles lo padecen, de los que más del 50% considera que su dolor no está controlado. Los afectados de dolor crónico conviven con él durante un promedio de 5 años a lo largo de su vida y el tiempo medio hasta obtener un diagnóstico es de 2 años y de más de año y medio para lograr un tratamiento adecuado. Estos datos sonb el resultado de un estudio desarrollado por la Plataforma Pain Proposal, que cuenta con el aval de la Federación Europea de la Asociación Internacional del Estudio del Dolor (EFIC) y la Federación Europea de Asociaciones Neurológicas (EFNA).

 

El estudio realizado por la Plataforma Pain Proposal tiene como objetivo ser la base de un documento de consenso que recoja la realidad del dolor crónico en España y Europa y establezca las directrices para un abordaje global del dolor crónico a nivel europeo y nacional que ayuden a reducir su impacto. Dicha iniciativa, impulsada por expertos europeos y españoles, ha contado con la participación de 2.019 pacientes y 1.472 médicos de atención primaria de 15 países europeos y con el asesoramiento de expertos de área de la sanidad en sus tres niveles (pacientes afectados de dolor crónico, médicos de atención primaria y médicos especializados en el tratamiento del dolor) junto a expertos en economía sanitaria y responsables de las administraciones sanitarias de toda Europa.

La intención de este estudio de ponerle dimensiones al problema del dolor crónico arroja unos datos escalofriantes. Más del 50% de los encuestados se muestra descontento con el tratamiento y el 29% suele recurrir a la automedicación para su abordaje, con las repercusiones que esto conlleva en cuanto a patrón terapéutico, efectos adversos y control deficiente en el manejo del paciente. Como consecuencia de un manejo deficiente del dolor y su continuidad en el tiempo, el 50% de los pacientes sufre trastorno del sueño y el 29% padece un cuadro depresivo. «Las primeras consecuencias son un cansancio generalizado y sentimientos de tristeza que generan cuadros depresivos y trastornos del sueño, agravando así nuestro estado de salud y nuestra calidad de vida para realizar las actividades cotidianas y laborales», afirma Antonio I. Torralba, presidente de ConArtritis y miembro del Comité Ejecutivo de la iniciativa. El impacto laboral del dolor crónico es muy elevado: el 22% de los pacientes pierde su empleo, un 8% sufre cambios de responsabilidad en su puesto de trabajo y un 4% se ve obligado a cambiar de trabajo. De la encuesta realizada por la plataforma Pain Proposal se desprende la preocupación por parte de los pacientes del impacto del dolor en su trayectoria profesional y se señala el bajo conocimiento existente entre la población general respecto al dolor y su repercusión en la vida del afectado.

Visto lo visto, el documento de consenso español plantea la necesidad de crear un plan estratégico nacional de dolor que cuente con la participación de la administración, la comunidad científica y las asociaciones de pacientes. Alfredo Perucho considera que «resulta imperiosa la necesidad de elaborar una hoja de ruta para los pacientes con dolor crónico y que dejen de dar vueltas por los servicios sanitarios a merced de los diferentes tratamientos parciales aportados por cada especialista». Para ello, aboga por la formación a todos los niveles en el tratamiento del dolor, «ya que en nuestro medio la formación en dolor no existe ni como asignatura durante la formación universitaria, ni como especialidad médica» añade.

Por su parte, Pablo Vázquez, director ejecutivo de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA) y miembro del Comité Directivo, considera que la actual crisis puede tener una dimensión positiva en este ámbito y es que «va a obligar a cambios muy profundos en la atención sanitaria y probablemente permita, precisamente por eso, afrontar nuevos retos como la atención del dolor crónico», concluye esperanzado.

Profesionales muy implicados

Sólo el aparato locomotor es el responsable del 38,7% de las consultas por dolor y más de la mitad de la población ha padecido algún tipo de sensación dolorosa en los últimos dos meses, según destaca Norberto Villarrasa, uno de los responsables de la plataforma Sin DOLOR. Mejorar la atención al paciente con dolor y la de sus familiares es el objetivo fundamental de esta asociación, que trata de sensibilizar a las estructuras sanitarias y a la sociedad sobre la importancia que tiene el dolor para quien lo padece. Y el problema no es baladí, porque amenaza con desbordar aún más el sistema sanitario público.

El coste económico del dolor es elevado, aunque difícil de cuantificar, ya que forma parte de una gran cantidad de patologías y es complejo separar el dolor del resto de enfermedades. «Sólo en España, el coste económico que supone el dolor crónico supera los 15.000 millones de euros anuales, lo que se sitúa por encima del 2,2% del PIB español, englobando en éste la suma de las bajas laborales, las estancias hospitalarias y los fármacos», recuerda Villarrasa. Esa gran marea oculta bajo múltiples patologías y que aún no despierta la conciencia de responsables políticos y gestores, incapaces, a día de hoy, de calibrar el tamaño del enemigo al que se enfrentan, somete a los médicos de primaria a una presión asistencial y a una exigencia profesional enorme. Y es que el 84% de los pacientes con dolor son tratados por atención primaria, lo que supone entre el 40 y el 60% de las consultas, según se constató en las IV Jornadas Nacionales sobre Tratamiento del Dolor en Atención Primaria, organizadas recientemente por la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN) y la Sociedad Española del Dolor (SED).

Manolo Galofre Ferrer, especialista de familia adscrito al Centro de Salud de Tavernes de la Valldigna (Valencia), es un veterano con 35 años de ejercicio médico a cuestas. Galofre, como tantos otros profesionales de primaria en el Estado Español, está concienciado de la importancia de enfrentarse al dolor con dedicación y la ayuda de un adecuado plan formativo. «No tengo estimada la prevalencia del dolor crónico en mi consulta, si bien debe ser algo superior a la media dado que actúo como referente en el equipo de atención primaria (EAP) y asumo por ello algún paciente complejo que inicialmente no era mío», afirma.

Su EAP posee bastante experiencia en el tratamiento del dolor. «Nuestro primer infusor subcutáneo para paliar la fase agónica en un paciente terminal está documentado en 1998, hace más de 12 años. Desde entonces nuestro EAP ha impartido docencia dentro del departamento, organizando cursos, seminarios, etc», refiere orgulloso. Especial importancia ha cobrado la celebración de una jornada monográfica del dolor, con talleres y sesiones prácticas, que ya comienza a mostrar sus frutos. «A nivel personal –comenta Galofre–, puedo resumir mi satisfacción explicando que, unas semanas después, la farmacéutica del departamento me comentó que por fin la demanda de cloruro mórfico para abastecer los puntos de atención continuada, es decir, las guardias en medio rural y semiurbano, era ya general en todos los equipos del departamento. Algo habíamos mejorado cuando los recalcitrantes que se empeñaban en tratar el dolor agudo del politraumatizado con Nolotil, habían mejorado su praxis». «Pese a todo aún queda mucho por hacer a pesar de todos nuestros esfuerzos promoviendo el uso de la vía subcutánea, analgesia más sedación –prosigue en su explicación–para paliar las fases agónicas que lo requieran, una práctica con larga experiencia tanto de la Unidad Hospitalaria del Dolor como del EAP de Tavernes de la Valldigna, pero que no llega a extenderse como debiera a otros equipos del departamento».

En las sesiones docentes con los residentes se les enseña que la llamada telefónica desde el domicilio de un paciente terminal demandando auxilio debe tratarse como una urgencia. «Yo, en mi ejercicio diario lo sigo haciendo, mas a veces resulta bochornoso marcharse de la consulta cuando hay personas que llevan una hora de retraso, la sala de espera está abarrotada y alguno tiene cara febril. Menos mal que me conocen desde hace años y saben que no marcho a tomar un café», comparte Galofre con Siete Días Médicos. Esto nos lleva a la principal demanda del especialista de familia: el tiempo necesario para poder explorar al paciente en condiciones y no centrarse en tareas burocráticas. «Cada vez la población es más demandante y los que les atendemos somos menos de los que éramos. Faltan médicos y enfermeros. Ya faltaban cuando había dinero...», apostilla el veterano doctor.

En el Departamento de Salud de la Ribera (Valencia), a unos pocos kilómetros de donde ejerce Manolo Galofre, se ha puesto en marcha un Programa de Dolor Crónico Músculo-Esquelético con el fin de formar a pacientes en normas de autocuidado y proporcionarles herramientas que les permitan adoptar un papel activo en su enfermedad. Para fomentar la implicación del paciente en el control de su enfermedad se le proporciona información y formación sobre la utilización de medios a su alcance. Algo tan sencillo, pero que resulta muy eficaz para ayudar a descongestionar las consultas, como el uso del frío y del calor, el conocimiento sobre qué tipo de ejercicios son más convenientes para el control de su problema de salud, el uso de técnicas de relajación y el aprendizaje de normas posturales tanto en el trabajo como en el hogar. «Estos pacientes han mostrado un alto grado de satisfacción con el Programa, así como un alto nivel de implicación en sus respectivas patologías, lo que se ha traducido en una mayor autonomía personal respecto a su enfermedad y en una menor frecuentación de los servicios sanitarios», comenta el responsable del Programa, Vicente Matoses. Tras poner en marcha la medida como experiencia piloto en 2009, el Programa se ha implementado en todos los centros de Fisioterapia y Rehabilitación del Departamento de Salud, en los que se ha formado a más de 300 pacientes. Un total de 20 profesionales, entre fisioterapeutas y médicos rehabilitadores, son los encargados de llevar a cabo esta iniciativa, que es una adaptación de programas similares desarrollados en prestigiosas universidades, como la de Stanford (California, EE.UU.), o en entidades de atención integral al paciente como la Fundación Educación, Salud y Sociedad de Murcia. Pero toda medida y compromiso personal resulta insuficiente para atajar el problema real.

 

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  • Modificado por última vez en Viernes, 31 Enero 2014 11:15


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