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14 Enero 2013

- El síndrome de las piernas inquietas (acatisia) es muy frecuente y se caracteriza por una necesidad irrefrenable de mover las piernas.

- Se conocen varias formas: una esporádica, una familiar y otra asociada a ferropenia, embarazo e insuficiencia renal.

- Su asociación al infarto de miocardio no mortal es controvertida.

El síndrome de las piernas inquietas, acromelalgia o síndrome de Ekbom, es una entidad muy habitual, que afecta al 5-10% de la población. El individuo afectado presenta una necesidad irrefrenable de mover las piernas, asociada a molestias imprecisas; los síntomas aparecen por la tarde y la noche e impiden conciliar el sueño, se acentúan con el reposo y mejoran con el movimiento. Se conocen varias formas: una esporádica, una familiar y otra asociada a ferropenia, embarazo e insuficiencia renal. Durante el sueño presentan movimientos periódicos de dorsiflexión del pie, extensión del primer dedo y flexión de la cadera y rodilla de segundos de duración que se repiten cada 5-30 segundos, especialmente durante las primeras fases del sueño. Estos movimientos, si son suficientemente intensos y frecuentes, pueden ocasionar una interrupción del sueño y molestar al acompañante. No obstante, en muchos casos son un hallazgo casual y asintomático. El tratamiento de elección del síndrome idiopático son los agentes dopaminérgicos como la levodopa, el ropinirol, la pergolida o el pramipexol.

Un equipo internacional de investigadores de la Harvard Medical School (Boston) y de la Escuela Universitaria de Medicina de Vanderbilt (Nashville) ha observado una relación entre el síndrome de las piernas inquietas y la aparición de enfermedad cardiaca en mujeres, un resultado que contradice estudios anteriores, que descartaban esta asociación. Este estudio prospectivo, publicado en la edición digital de la prestigiosa revista Circulation, consistió en el seguimiento de un total de 70.694 mujeres, con una edad media de 67 años, que no habían sufrido ataques coronarios ni cerebrovasculares y que fueron seguidas durante 6 años (2002-2008). Al finalizar el estudio se observó que la mortalidad por enfermedad cardiaca en el grupo de mujeres que tenían el síndrome de las piernas inquietas era del 3,5%, frente al 1,7% de las que no lo presentaban. Además, se demostró de forma significativa que las mujeres diagnosticadas del síndrome tenían una mayor predisposición a sufrir infartos de miocardio no mortales que las mujeres que no cumplían los criterios diagnósticos (1995) establecidos por un grupo internacional: deseo de mover las piernas (acatisia) habitualmente asociado a parestesias o disestesias, comienzo o exacerbación con el reposo (sentarse o echarse), alivio con el movimiento de las piernas o el paseo y ritmo circadiano (los síntomas empeoran o sólo se manifiestan por la tarde o por la noche).

Como sucede a menudo, también en este caso se necesitan más estudios que corroboren estos datos. Las pruebas disponibles hasta la actualidad no son lo suficientemente convincentes como para aconsejar a la población: «Si padece usted el síndrome de piernas inquietas, debería preocuparse por su corazón».

Li Y, Walters AS, Chiuve SE, Rimm EB, Winkelman JW, Gao X. Prospective study of restless legs syndrome and coronary heart disease among women. Circulation. 2012; 126(14): 1.689-1.694.

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