No son objetos, sino personas, pero su fragilidad es equiparable a la del más valioso jarrón de porcelana china. Y es que el anciano frágil reúne una serie de cambios asociados al envejecimiento, varias enfermedades crónicas y diversos tratamientos, todo lo cual, unido, le hace vulnerable a padecer interacciones medicamentosas, reacciones adversas y alteraciones del equilibrio de la homeostasis de su fisiología ante diferentes situaciones que, si son excesivas, pueden provocar un deterioro clínico agudo multisistémico. Por ello, resulta clave que la labor de atención primaria sea lo más activa y exhaustiva posible en este colectivo.
14 Abril 2011