Gatica ejerce en el Centro de Salud Álvarez de la Riva de Orihuela (Alicante) y reúne amplios conocimientos específicos en nutrición. Eso y la posibilidad de contar con la colaboración de un psicólogo, un nutricionista, endocrinos pediátricos del Hospital de la Vega Baja y de monitores de tiempo libre de Cruz Roja, le han permitido orquestar este proyecto de dos meses de duración articulado en torno a 8 sesiones semanales. Del mismo se han beneficiado 22 menores de entre 5 y 12 años que decidieron realizar el programa junto a sus padres y que han visto cómo los índices de masa corporal que presentaban al comienzo de esta iniciativa disminuían de media un 3% pese a que el objetivo era mantener el peso más que perderlo.
El modelo de trabajo abundó en conceptos tan importantes como la inclusión de los padres como uno de los pilares fundamentales a la hora de fomentar estilos de vida saludables. A tal fin se aplicaron estrategias cognitivo conductuales en una Escuela de padres que reforzaron la autoestima familiar, mejorando la comunicación, aportando técnicas en resolución de conflictos y brindando un ambiente seguro, pero, sobre todo, involucrando a los padres en el logro de las metas. «Creemos que actuar con los padres y los niños pasa por ayudarles, en primer lugar, a la toma de conciencia, de manera que no lo vivan como una culpa, y facilitarles herramientas de respuesta a la problemática que plantea la sociedad de consumo», sostiene Gatica.
La educación nutricional alcanzó a pequeños y mayores, que aprendieron a potenciar el desayuno, conocer y valorar la dieta mediterránea, además de concienciarse de que no se deben utilizar los alimentos como premio o castigo. Otro factor muy trabajado fue el compartir tiempo libre con actividades físicas a base de juegos participativos entre hijos y padres. Todo vale para arrancar a los menores de las garras de la televisión, las consolas y el sedentarismo. Y es que la tele y los vídeojuegos ocupan de media 20 horas semanales a los menores españoles, situación que no permite sacar partido al hecho de que «nuestros niños consumen 600 calorías menos diariamente que hace 30 años», según recuerda Gatica. En su opinión, también es singularmente importante el desarrollo del Decálogo de buenas prácticas sobre el fomento de la autoestima y la imagen corporal en los medios de comunicación, acuerdo alcanzado entre el Colegio de Periodistas de Cataluña, la Academia de las Ciencias y las Artes de la Televisión y la Fundación Imagen y Autoestima.
Tras esta primera experiencia satisfactoria, un apuntarse al ser y no al tener, el proyecto piloto cuenta, según su coordinador, con el aval de las autoridades sanitarias valencianas para considerar su aplicación en otros Centros de Salud. Alberto Jesús Gatica se muestra convencido de que para que una sociedad como la nuestra, donde la «cultura obesogénica» se ha instalado, se requiere un esfuerzo combinado entre la sanidad pública y otros pilares de nuestra sociedad como los centros educativos y los gobiernos municipales.
Frente a este peligro real de nuestro tiempo se sitúa Rayuela. El nombre del mismo recuerda el juego infantil que, en palabras de Gatica, simboliza la vida misma con el nacimiento, el crecimiento, los problemas y dificultades, la muerte y la meta final, el cielo. «Por eso, en algunos países pintan un primer cuadrado, que precede al 1, donde se escribe el nombre tierra, y un último cuadrado, después del 7 y el 8, al que llaman el cielo, donde se puede descansar y apoyar los dos pies», reflexiona.
Autor: José Vicente Morant