Los más frecuentes son el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), los trastornos comportamentales y los de ansiedad. Estos últimos son muy frecuentes en niños, pero muy a menudo pasan desapercibidos. El TDAH afecta al 5-10% de los niños y adolescentes, los trastornos de ansiedad a un 5-20%, los trastornos de aprendizaje son también muy frecuentes y el trastorno depresivo, que es más grave, afecta a un 1-2% de los niños. Según los estudios, tan solo una quinta parte de los trastornos psiquiátricos que se producen en la infancia y la adolescencia están diagnosticados y tratados adecuadamente.
–¿Qué consecuencias pueden tener estos trastornos en el futuro de los pacientes?
–Los trastornos de inicio en la infancia son factores de riesgo de otras enfermedades en la edad adulta. Por ejemplo, el trastorno de ansiedad no tratado y no diagnosticado favorece que en la edad adulta se tenga cuatro veces más riesgo de trastornos depresivos, aparte de otros trastornos de ansiedad. El TDAH puede ser un factor de riesgo de abuso de sustancias, conducta delictiva y trastorno antisocial de la personalidad. La depresión no tratada también favorece un mayor riesgo de cronicidad en la edad adulta, y el abuso de sustancias como el cannabis es un factor de riesgo de esquizofrenia más precoz y de más difícil control en la edad adulta.
–¿Un abordaje precoz puede evitar la cronificación de algunos trastornos?
–Sí. El diagnóstico y el tratamiento precoces disminuyen la perpetuación o la cronicidad del trastorno y previenen la aparición de factores de riesgo de otros trastornos más adelante. El tratamiento y el diagnóstico precoces favorecen que la evolución de los trastornos más graves sea más favorable. Por ejemplo, se sabe que en el trastorno bipolar cada episodio depresivo o maniaco no tratado favorece que el próximo episodio ocurra antes y sea más difícil de tratar. Por eso es importante detectarlo y tratarlo pronto.
–¿Qué trastornos se solucionan con el tiempo?
–El TDAH no se cronifica en un 50% de los casos. Los trastornos de ansiedad tratados durante la infancia también disminuyen, y si se tratan los trastornos depresivos y de conducta también se reducen los problemas a largo plazo, lo mismo que si se evita el consumo de sustancias.
–¿Qué puede hacerse para mejorar la situación de detectar y tratar mejor estos trastornos?
–Para mejorar la detección es básica la formación a todas las personas que trabajen con niños y adolescentes. Probablemente habría que llevar a cabo programas específicos en medios de comunicación que faciliten a los padres la detección de determinados trastornos. De hecho, en relación con los trastornos del espectro autista, los padres piden a veces una valoración de forma tardía cuando lo aconsejable sería hacerlo más pronto, dado que el tratamiento precoz favorece un mejor desarrollo. En cuanto a tratamiento, lo indicado es que tanto desde la psiquiatría como desde la psicología se favorezca la formación de la especialidad específica de psiquiatría infanto-juvenil, porque la gran mayoría de especialistas que nos dedicamos a este ámbito procedemos de la psiquiatría de adultos y hemos realizado nuestra formación a cuenta de nuestro propio tiempo. El periodo de formación en psiquiatría infanto-juvenil durante la residencia es solo de seis meses, mientras que a la psiquiatría de adultos se dedican casi tres años y medio. Lo mismo sucede con los psicólogos clínicos, cuya formación específica en infanto-juvenil es muy corta.